jueves, 8 de diciembre de 2011

LA RESPUESTA A MIS PREGUNTAS


           Mis miles de preguntas se resuelven ahora conociendo la “Teoría de los niveles armónicos del desarrollo”. Y pienso: “Que CEMEDETE me ha brindado la oportunidad de saber y creer en mis decisiones”. Hace un tiempo, los niños “distintos” eran para mí “simplemente encantadores” y, por ese motivo, me dejaba seducir hasta entrar en el mundo que sólo ellos podían mostrarme. Sin embargo, allí las normas no existían y las formas no eran lógicas, por tanto, cada día en ese espacio reinaba más el caos y el desconcierto. Con calma entendí que, en muchos casos, no conocían la verdadera realidad y en otros, aunque la conocieran, no estaban interesados en aceptarla. Fue entonces cuando comenzó mi afán por enseñarles a “Ser” en nuestra vida capaces de superar los obstáculos que encuentran y de verse ellos mismos con la palabra en la mano.  En definitiva, a  Vivir sin suspiros.

Esta teoría parte de niños que se desarrollan de manera normal, pero me encuentro, hoy por hoy, con padres preocupados por la conducta de sus hijos, que no obtienen los resultados esperados a nivel académico, o que presentan problemas de atención, o un “habla infantilizada”. Cuestiones todas relacionadas con la educación recibida  a nivel de adaptación al entorno (ya sea familiar, escolar o social), pues los niños construyen su personalidad a través de vivencias y de conocimientos. Cuando hay dificultades mínimas en la base del desarrollo de las capacidades fundamentales, a ciertas edades, los signos de disarmonía son evidentes y claros. Un buen enclave familiar y terapéutico puede ayudar a mejorar o a cambiar situaciones condicionadas por el tipo de relación con el niño y la imagen interior que éste tiene de sí mismo.

En la práctica lo fundamental es sentir que soy “una” y que con mi actuación doy fe a lo que dicen los gestos, las miradas y las creencias del “otro”, porque el juego se basa en la relación con el otro y en la multitud de recompensas que existen por ambas partes. Esta premisa ha sido de mucho valor para entender el juego y la comunicación como parte esencial de un tratamiento en el que el niño es un participante activo. Ahora todo mi trabajo anterior a conocer el método  también cobra sentido, pues mi afán por acercarme a los niños y conocerlos fue siempre el juego que consiguió que estos niños creyesen en mí y participasen de un encuentro maravilloso consigo mismos. Y a través de los años encuentro la sonrisa de los niños en el recuerdo y en las vivencias compartidas con ellos.

 


 Marta Mª Díaz Hernández, Logopeda. Centro Mecer, Tenerife.