viernes, 16 de diciembre de 2011

Consulta al Dr. Moyá

Querido Moya:

      Quiero contarte algo que ha hecho mi hijo pequeño en estos ùltimos meses.

     A él e encantan los juguetes de plástico que simulan el mundo humano a escala reducida. Un día llevó al “cole” un muñeco de dicha marca, con la advertencia de su hermano y mia de que se le iba a perder, se lo iban a quitar etc.

Por la tarde cuando fuí a buscarlo me saludó con la cabeza gacha. Yo no le pregunté nada.

De camino a casa, en el coche,  me lo dijo.

 - “Mamá, me han quitado el muñeco”.

Yo le pregunté, si sabía donde lo había dejado, él me contó que en clase siempre dejan los juguetes en una cesta hasta la hora de salir, que  es cuando recoge cada uno sus juguetes; al ir a recogerlo, ya no estaba.
Le dijo al profesor que le habían quitado un muñeco de su marca preferida.

Al cabo de un mes, el profesor le dió un muñeco (no era el suyo) de la misma marca y salió del cole muy contento.
Al cabo de unos días vino saltando de alegría porque “se habia encontrado” un muñeco en el patio del cole.
A partir de entonces cada dos por tres traía algún juguete que había encontrado.

Después del periodo vacacional navideño, trajo en sus manos un sillón, un cochecito y dos tacitas con sus respectivos platitos (todo ello de dicha marca).

 - “¡Mira mamá, lo que me he encontrado hoy!”.

Yo con las prisas de montar en el coche (pues casi siempre tengo el coche en doble fila) y llegar a casa lo antes posible, le contesté 

- “¡Madre mia! las cosas que te has encontrado hoy!, ¡que suerte tienes!, yo no me encuentro nunca nada”.

 -“Si, mamá, tengo mucha suerte”.

Al llegar a casa sacó con mucha alegría su hallazgo, y se lo enseño a su padre.

- “¡Cuantas cosas!” - le dijo su padre.

Mientras ponía la mesa para comer, miré los juguetitos y me di cuenta que mi hijo estaba robando los juguetes a los niños del cole.

Inmediatamente hablé con él.

- “¿De verdad que estas cosas te las has encontrado?”.

-“Si, mamá, de verdad"

-“Yo creo que se los estás quitando a los niños del colegio” –le dije, en voz afable pero enérgica.

Levantó la cabeza, mirandome a los ojos y al momento la agachó.

- “El lunes, cogemos los juguetes los metemos en una bolsa y se los das al niño al que se los has quitado” –le dije en tono serio pero tranquilo.

Al momento cogió el que le había regalado el profesor y dijo:

- “¡Pero ese muñeco no!. Me lo dio el profesor por no encontrar el mío”.

- “Bueno, pero no vuelvas a coger lo que no es tuyo, es decir, si ves a un niño jugando con un juguete y se le olvida en el patio, le llamas y le dices: se te olvida esto. Además, si te  encuentras algo y no sabes de quién es, se lo llevas al profesor y él preguntará en clase si pertenece algún niño; si no es de nadie te lo darán a ti, pero si pertenece a alguien se llevará una gran alegría al encontrarlo”.

-“Si, pues a mí me quitaron el señor del tractor y no me lo han dado” – protestó. 

-“Pues, ese niño que te lo ha quitado, ha hecho muy mal, pero que haya un niño malo no justifica que también lo seas. ¿Con qué profesora va el niño al que tienes que devolver los juguetes?” -le pregunté.
-“Con Mari Carmen; es de los pequeños”.

-“Bien, pues lo dicho, el lunes  llevas la  bolsa con los juguetes a Mari Carmen y le devuelves estos juguetes, diciéndole que los has cogido a un niño, pero que no lo volverás a hacer ¿vale?”.

-“Vale” -dijo con tono de resignación.

El lunes al ir a guardar los juguetes en una bolsa, no los encuentro en su sitio.

-“¿Dónde están los juguetes?” –le pregunto.

- “Espera, es que estaba recogiendo y se me había olvidado... ¿de verdad que los tengo que devolver?”.

-“¡Pues claro!”.

-“Jobar, ¡pues a mí no me han devuelto mi muñeco!”.
 Al bajarse del coche para entrar en el cole, le dije:

-“Toma la bolsa con los juguetes, se lo das a Mari Carmen. ¡No te olvides!”.

- “Vale, mamá, y ¿que le digo?”.

-“Pues que no lo volverás hacer, de todos modos yo ya hablé ayer con ella. No te reñirá, ya lo verás”.

Se bajó del coche, cabizbajo y sin decirme adiós, como otros días.

Yo estaba deseando que llegara la hora de ir a recogerlo por la tarde (pues se queda a comer en el cole) para que me contase lo que había pasado.

-“¿Qué tal?. ¿Cómo ha ido?” –le pregunto.

-“Bien” –me contesta.

-“¿Le has dado la bolsa a Mari Carmen?”.

-“No, se la he dado a Isabel (otra profesora de los pequeños)”.

-“Pero, ¿no me dijiste que el niño iba con Mari Carmen?”.

-“Es que me confundí”.

-“¿Qúe te ha dicho?”.

-“Que muchas gracias”.
 
Isabel fue la primera maestra que tuvo mi hijo cuando fue al cole y estaba “enamorada” de él hasta el tuétano.
Pero, además, Isabel, no tenía idea de nada de lo que había ocurrido.

-“¡¡Mamá, se me ha olvidado decirle que no volveré a hacerlo!!”.

-“¿Qué te parece esta historia de mi hijo pequeño, querido Moyá?”.

 MAYTE.

RESPUESTA DEL DR. MOYÁ:
Querida Mayte:
            Te agradezco mucho tu generosidad y buena voluntad al confiarme tu “aventura familiar” y permitir que los lectores de www.ninosdistintos.com también puedan compartirla.

            Creo que lo que ocurrió hay que considerarlo “normal” y no debe alarmarte. Los niños/as tienden a aplicar criterios de “justicia” muy egocéntricos.

            -“A mi me quitaron…yo también puedo quitar. Ojo por ojo, diente por diente…¿recuerdas la ley del talión?”.

            Pero para ayudar a nuestros hijos a ser más justos, más sanos y ser ciudadanos de “buena voluntad” es aconsejable y necesario enseñarles a hacer por el otro lo que quisiéramos que el otro hiciera por nosotros…incluso cuando el otro no lo hace.

Dr. José Moyá Trilla.